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La elección porteña dejó algo más que un resultado local. La Ciudad de Buenos Aires se disputó el futuro simbólico y estratégico de la centroderecha argentina. En diálogo exclusivo con la Nueva Nueve, el analista y consultor político, Carlos Fara realizó un completo análisis de los comicios.
"Lo que más resuena, es que se ha quebrado la hegemonía del PRO después de 20 años de ganar elecciones en todos los momentos, y probablemente, este sea un poco el principio del final del PRO, por lo menos como actor protagónico nacional" sostuvo Fara.
Durante dos décadas, el PRO dominó la política porteña con una narrativa de eficiencia, modernización y gestión. Sin embargo, el desgaste acumulado -tanto en la ciudad como a nivel nacional- se evidenció con crudeza en esta elección. Ya no hay un liderazgo claro ni una marca con potencia electoral. "El PRO como tal, más allá de la candidatura de Lospennato, es una marca desgastada en el tiempo, que no solamente tiene que ver con la gestión de Jorge Macri, sino también en términos generales con toda la crisis que le aconteció particularmente al PRO después de la elección presidencial" sentenció el especialista
En está línea, Fara sostuvo que "lo que ayer se jugaba, además de la elección porteña, era la representación de la centroderecha en el país".
Con el PRO en franco retroceso, muchos de sus dirigentes que se preparaban para dar el salto al partido oficialista, usaron los resultados como justificación pública, "creo que había dirigentes que estaban esperando este resultado para justificar su pase a La Libertad Avanza".
El espacio libertario no parece dispuesto a construir una coalición amplia con el PRO. Lejos de buscar consensos, la estrategia de Milei es de absorción. Así lo expresó el vocero presidencial Manuel Adorni: "Esto va a ser la boleta violeta, y que se sumen los dirigentes del PRO que quieran".
Esa postura refleja una reconfiguración del espacio de centroderecha, ya no como una alianza entre fuerzas, sino como una fuerza única con una lógica vertical y excluyente.
A este escenario se suma el deterioro de la figura de Mauricio Macri, líder histórico del PRO, cuya ausencia la noche de la derrota (viajó a Dubái por temas de la Fundación FIFA) fue leída como una señal de desconexión, "es muy difícil conducir políticamente si a la noche de la derrota, el comandante del jefe se va".
La fuga de sus principales cuadros, como Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, evidencia la pérdida de cohesión interna. Incluso Larreta se mostró "exultante", en lo que Fara calificó como una "venganza personal" tras el destrato que sufrió por parte de Macri en las internas. "Se sintió muy maltratado por Macri en todo el proceso interno y por supuesto los ocho puntos que saca Rodríguez Larreta son ex PRO sin lugar a dudas" señaló.
El retroceso del PRO no es solo una cuestión partidaria. Se inscribe en un proceso más amplio de distanciamiento entre la política y la sociedad. La participación electoral fue alarmantemente baja: más del 46% del padrón porteño no fue a votar, "probablemente estemos iniciando una fase de gente que se empieza a sentir desafectada del sistema político” advirtió Fara.
Inevitablemente, la pregunta sobre el voto voluntario aparece en el debate. Sin embargo, Fara advierte que modificar la obligatoriedad no resolvería el problema de fondo, "tenemos un problema de legitimidad del sistema político. Modificar la regla no nos cambia la cuestión" afirmó.
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